El consumo de alcohol afecta negativamente a la capacidad de conducción y aumenta el riesgo de sufrir un accidente de tráfico. Algunos de los efectos del alcohol en la carretera son:
- Reducción de la capacidad de percepción: El alcohol disminuye la capacidad de percibir los estímulos visuales y auditivos, lo que puede provocar que el conductor no sea capaz de identificar correctamente las señales de tráfico o los ruidos del tráfico.
- Disminución de los reflejos: El alcohol afecta a la velocidad de reacción del conductor, lo que puede dificultar la capacidad de frenar o esquivar un obstáculo en caso de emergencia.
- Dificultad en la toma de decisiones: El consumo de alcohol puede afectar la capacidad de toma de decisiones del conductor, lo que puede provocar que tome decisiones imprudentes y peligrosas.
- Falta de coordinación: El alcohol puede afectar la coordinación motora del conductor, lo que puede provocar que tenga dificultades para mantener el control del vehículo y realizar maniobras correctamente.
- Pérdida de conciencia: En casos extremos, el consumo excesivo de alcohol puede provocar la pérdida de conciencia y la incapacidad de controlar el vehículo.
Por todo lo anterior, se recomienda no beber alcohol si se va a conducir, ya que cualquier cantidad puede afectar negativamente la capacidad de conducción y poner en riesgo la seguridad vial.
En España, los límites de alcoholemia en tráfico establecidos por la ley son los siguientes:
- Conductores profesionales y conductores noveles: 0,3 gramos de alcohol por litro de sangre (o 0,15 miligramos de alcohol por litro de aire espirado).
- Resto de conductores: 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre (o 0,25 miligramos de alcohol por litro de aire espirado).
Estos límites se aplican a cualquier conductor que circule por una vía pública y están destinados a prevenir accidentes de tráfico causados por el consumo de alcohol.
Es importante destacar que estos límites son una referencia general y que cada persona puede tener diferentes niveles de tolerancia al alcohol. Por tanto, lo más recomendable es no beber si se va a conducir, ya que cualquier cantidad de alcohol puede afectar negativamente la capacidad para conducir y poner en riesgo la seguridad vial.
Sanciones por conducir bebido/a
Las sanciones administrativas son impuestas por la autoridad de tráfico, mientras que las sanciones penales son impuestas por los tribunales.
Las sanciones administrativas por consumo de alcohol al volante pueden incluir multas económicas, la retirada de puntos del permiso de conducción, la inmovilización del vehículo o la suspensión temporal del permiso de conducción.
Las sanciones penales pueden incluir la pérdida del permiso de conducción, la pena de prisión y/o una multa económica, dependiendo de la gravedad de la infracción y de si ha habido consecuencias para la seguridad vial, como la ocurrencia de un accidente o la existencia de heridos o fallecidos.
Además de las sanciones administrativas y penales, el conductor puede enfrentar otras consecuencias, como un aumento en el precio del seguro del coche, dificultades para obtener empleo en el futuro o una reputación negativa.
Por todo lo anterior, se recomienda no beber alcohol si se va a conducir, ya que cualquier cantidad puede afectar negativamente la capacidad de conducción y poner en riesgo la seguridad vial, además de exponer al conductor a sanciones administrativas y penales.